Sevilla tiene un color especial: El verdiblanco. Especial Euroderbi por Clara Sanz
Hoy es la cita. Hoy nos encontramos con ese palangana amargado al que llevamos avisando de la quedada durante todos los demás partidos de la temporada estuviera o no enfrente.
Porque si hay días clave en el calendario, hoy es el rey de todos ellos. Porque es un partido fundamental. Y complicado, lo aviso.
Porque aunque lleguemos con ventaja y el “Llenito Villamarín” vaya a rugir “¡¡¡Betis Betis!!!” durante los 90 minutos recordemos que en el Beticismo aparte de ir implícita la fidelidad pase lo que pase, también va el sufrimiento y más en un partido tan difícil como el de hoy.
Dicen que el tiempo es relativo. Que un minuto lo mismo dura un siglo que una milésima de segundo. Y hoy esto es así. Los primeros veinte minutos de encuentro desde que el colegiado portugués Pedro Proença sople el silbato son fundamentales para establecer las bases del partido y, con ellas, las de la eliminatoria.
El Betis debe salir a por todas sabiendo que puede hacerlo y que, además, debe hacerlo. Porque aunque es importante no infravalorar la eliminatoria con esa ventaja, la confianza y la motivación en un partido como el de hoy son ingredientes que van de la mano con el buen planteamiento en la defensa y con el acierto en el disparo. Sólo así se podrá poner broche de oro a algo que la afición verdiblanca se merece desde que decidió seguir animando a pesar de la tangible crisis del Betis que se contagió del césped y el vestuario a los despachos y a la moral de los enamorados de las trece barras.
El bético se merece llegar mañana a trabajar y que junto a él o ella fichen también las ojeras y el cansancio tras una celebración que no encontraba la hora de terminar.
Se merece sonreír orgulloso al cruzarse con aquel aficionado del equipo rival que se rió con la manita y que volvió a regodearse con los cuatro de aquel domingo gris de noviembre.
Hoy es el día para demostrar de qué somos capaces y para definir qué significa el Betis. Porque primero hay que luchar y el siguiente paso ya es disfrutar. Porque ese color especial que tiene la ciudad del Guadalquivir es verdiblanco. ¡¡MUSHO BETIS!!
Parece que el color sigue siendo rojiblanco