Corsino y el viejo Sporting, de Manuel Sarmiento

En abril de 1990 falleció Corsino Menéndez, uno de los jugadores históricos del Sporting de Gijón en los años 20, cuando formó parte de una famosa línea media compuesta por Meana, Bango y Corsino.
A recordar y honrar su memoria dedicó el periodista Manuel Sarmiento Birba este artículo publicado en el diario deportivo AS el 10 de abril de 1990.
Luto en el fútbol español, y muy concretamente en el asturiano. Acaba de fallecer, a la edad de 89 años, en su Gijón natal, Corsino Menéndez Solar, popularmente conocido por Corsino, figura de leyenda en el Real Sporting de Gijón, desde que en la temporada 1917-18 se enrolara en las filas del club rojiblanco. Corsino, nacido en Gijón el 7 de enero de 1901, comenzó a jugar en los equipos de su barrio, El Coto, y su primer equipo infantil fue el Fortuna. Trabajador en una fábrica, no quería fichar por el Sporting, equipo en el que, según él, militaban muchachos de superior condición social a la suya. Tardaron en convencerle, y por fin se integró en el conjunto, formando su primera alineación con Román Soto, Salas, Conrado, Pepito Riera, Meana y él, Senén Villaverde, Trapote, Palacios, Fernando Villaverde y Argüelles.
Fue cinco veces preseleccionado para formar parte del equipo nacional, y en sus tiempos la medular, integrada por Bango, Meana y Corsino, fue considerada como una de las mejores de España, defendiendo los colores del Real Sporting. Fue otro gran jugador, José Mari Peña, quien le impidió que llegara a vestir la camiseta española. Modesto, recuerdo que en una entrevista que le hice me dijo: “José Mari Peña jugaba conmigo al hombro…”
Hasta aquí la información, resumida, enviada a la redacción de AS por nuestro compañero de Gijón, Daniel Arbesu. En la misma se aportan importantes datos sobre la vida de Corsino, nombre de guerra de quien fue uno de los más grandes valedores de la historia del Real Sporting de Gijón en los años difíciles de la puesta en marcha y consolidación de la entidad. Cierto es lo que apunta Arbesu sobre la primera de las lesiones graves que sufrió Corsino en un choque con Luis Regueiro, en un desempate copero en El Sardinero entre el Real Unión de Irún y el propio Sporting. Aun Luis Regueiro, más joven que Corsino, no había iniciado su marcha hacia el Madrid desde el estadio Gal de la ciudad irundarra. La segunda lesión grave de Corsino, la que le hizo abandonar, me la tiene narrada algunas veces el fallecido Abdón, un gran jugador asturiano, de Avilés, en mis tardes de tertulia en Dólar y Baviera, allá por los años sesenta. Abdón, que provocó un caso sonadísimo con el también fallecido Oscar, portero del Oviedo, en una de las primeras rebeldías del fútbol español, Abdón, repito, era jugador del Stadium de Oviedo, equipo este que, juntamente con el Deportivo Ovetense, al fusionarse, dieron lugar al Real Oviedo. Abdón jugó en el Oviedo propiamente dicho, en el Valencia, Atlético de Madrid y no quisiera equivocarme, pero en el propio Sporting gijonés. Mi memoria puede, naturalmente, fallar. Pues bien, Abdón me decía que “Corsino, llevado de su ímpetu, chocó contra mí con tal fuerza que se lesionó a sí mismo. Como arrastraba el choque con Regueiro, se le agravó la cosa y tuvo que retirarse. Fue en 1929, pero ya jugaba yo en el Oviedo, que ya había nacido de la fusión de los dos clubs de la capital astur”.
No recuerdo bien un establecimiento que poseía Corsino en Gijón. Estaba en mi habitual ruta vinícola. Creo que era El Regio. Allí estuve no pocas veces con él, con su hijo político, si no recuerdo mal, el formidable Evaristo Lázaro, que ha sido el mejor secretario general que yo he conocido en el fútbol y un hombre de imperecedero recuerdo para mí. Nunca olvidaré su gesto ante mí, un simple reportero, un día en Gerona. Eran otros tiempos en que futbolistas, dirigentes, clubs y periodista vivíamos unidos por una causa común: el verdadero fútbol. Todo se ha ido al traste con el egoísmo desaforado de estos tiempos. Ya casi nadie quiere a nadie. Lamentable.
Corsino tuvo muy mala suerte en lo referente a la selección nacional. En la izquierda le tapaba el camino el coloso José Mari Peña. Si lo hacía por la derecha, allí estaba Pepe Samitier. Corsino formó con Bango y Meana una de las mejores líneas medias que existieron en España. Fue campeón nacional por regiones al ganar la final, en Coya, en Vigo, a la selección de Galicia. Un acontecimiento histórico para Asturias.
Tiene razón Arbesu. Se ha muerto un hombre extraordinario. Le gustaban mucho las flores, que cuidaba en su jardín de La Guía. Y quería a Gijón con toda su alma. Ya reposa en Ceares. Antes le precedieron Meana y Bango. Ahora los tres son centinelas en el cementerio gijonés donde Amadeo Sánchez hace tiempo que ejerce de veterano, si tenemos en cuenta los años transcurridos desde su fallecimiento. Y donde Ramón Herrera “El Sabio” y Cholo Dindurra, con Pin y Nani, Tronchín y Adolfo, etc, han llevado la bandera del viejo Sporting que une al camposanto gijonés con los hipotéticos estadios del cielo. Allí llegará ahora Corsino. Seguro que seguirá imponiendo su gran carácter. Y su hombría de bien. Las olas que bañan cada mañana la playa de San Lorenzo ya tienen otro personaje menos que saludar. El “chato” Corsino les ha dicho adiós para siempre.