Entrevista Hipólito Rincón 1990
Hipólito Rincón fue jugador del Real Betis Balompié entre los años 1981 y 1990. Llegado desde el Real Madrid para cubrir la baja de Enrique Morán y con Luis Aragonés como principal valedor, su papel de delantero goleador explotó en su segunda temporada en el equipo, en la que se proclamó máximo goleador de la Primera División con 20 tantos.
Rincón fue así el delantero icónico de gran parte de la década de los 80, con numerosas presencias internacionales con la selección, y sigue siendo el máximo goleador bético en Primera División con 78 tantos, por delante de Rubén Castro, que en Primera hizo 77, y Alfonso con 69.
Sin embargo, los dos últimos años de Rincón no fueron buenos, coincidiendo con la grave crisis deportiva que el club comenzó a padecer desde 1987. Fueron frecuentes los desencuentros con otros miembros de la plantilla, técnicos y directiva, en una situación que le alejó de la titularidad y con muy bajo rendimiento, además de diversas lesiones.
En enero de 1990 llegó a un acuerdo con la directiva que presidía Hugo Galera para rescindir el contrato que tenía desde 1986 por espacio de 5 años. Una rescisión por la que fue indemnizado con 33,5 millones de pesetas, y que supuso su retirada del fútbol.
Esta entrevista, publicada en Diario 16 Andalucía y a cargo del periodista Alejandro Delmás, se realizó en el aeropuerto de Sevilla al día siguiente del acuerdo de rescisión al que se llegó en el Centro de Mediación, Arbitraje y Conciliación. Rincón tuvo que partir urgentemente hacia Caracas, donde había fallecido su suegro.
Una entrevista muy interesante, donde se tocan muchos temas polémicos en ese momento, como la propia rescisión, sus relaciones personales con jugadores y directivos con los que había coincidido en el Betis, su deseo de haberse retirado en el campo, etc
Hipólito Rincón dejó Sevilla el día después de abandonar el Betis, con destino Caracas. El fallecimiento de su suegro rompió los planes más inmediatos del máximo goleador en la historia verdiblanca. Liquidado por el Betis, pero con la impronta de un adiós no deseado, el internacional madrileño planea retirarse del fútbol, pese a una serie de ofertas. El Betis le ha concedido la insignia de honor y Rincón, como el león en invierno o el patriarca en su otoño, conserva un último deseo: recibir ese escudo a Villamarín lleno. Desde el fondo del finiquito, ochenta goles verdiblancos le contemplan.
El día después de que lo liquidasen, el goleador Hipólito Rincón se disponía a abandonar el fútbol tras despedirse de sus ya ex compañeros del Betis. Sin embargo, una llamada telefónica a Caracas, donde ya se encontraba su mujer, provocó un cambio súbito en sus planes, impidió que compareciese en Heliópolis, y lo puso rumbo a Venezuela, vía avión nocturno a Madrid. La muerte de su suegro, tras el crepúsculo de los goles. En ese vuelo a Caracas viajaban buena parte de los ocho últimos años de historia del Betis y de la selección. El precio de esta muerte ha sido alto, 33,5 millones de pesetas pero, en opinión de Rincón, aquí sólo hay un perdedor: él, el liquidado.
– ¿Se retira del fútbol?
– Tengo ofertas de seis o siete equipos, entre ellos, dos o tres de Primera. No doy nombres, no es el momento. Me parece que no voy a seguir. Me dedicaré a un trabajo fuera del deporte, relacionado con la publicidad y el marketing, porque la oferta es superior. Ahora mismo, en principio, me retiro. Ahora mismo, ¿eh?
– Acusación fundamental, a usted se le echa por ser de Retamero. ¿Confiesa, o no?
– Cuando llegó la nueva Directiva, pienso que a algunos no les bastaba con que saliese Gerardo. Tenía que salir, al menos, una persona más entre los jugadores, una bandera que quemar, y ése era yo. Se me ha repetido que no, pero si el entrenador me insistió en que tácticamente no había problemas, y que contaba conmigo, ¿qué puedo pensar yo?
– ¿Se atreve a opinar de los problemas del Betis?
– No soy quién, puesto que no he jugado. No lo sé. Podría haber seguido perfectamente. Físicamente me encuentro en forma. No encuentro explicación racional a la conducta del club conmigo. Por lo demás, ahora se va a ver, cuando surjan problemas dentro del vestuario, que no toda la culpa era mía, como muchos pensaban. En todo caso, soy socio del Betis y seguiré siéndolo
– La han concedido la insignia de honor de la entidad
– No lo sabía, y me sorprende, porque nadie me dijo nada en los últimos días, ni siquiera hoy o ayer. Es una alegría, pero tendrá su verdadero valor cuando la pueda recibir donde me la gané: en el campo
– ¿Qué le dijo el presidente Galera?
– Sólo puedo decir que no hablé con él antes del pasado domingo, y que, de haberlo hecho, quizá no hubiese pasado nada. Es una gran persona. No así algunos de los de su entorno. ¿Quiénes? No, no es hora de personificar. Le ha dado setecientas mil vueltas a la cuestión, y aún no sé por qué he de irme, esa es la amarga realidad
– No me dirá que se siente capaz de vivir sin fútbol…
– Pues lo voy asumiendo, y la verdad es que ya me iba haciendo a mi nueva empresa. Me tenía que incorporar ahora mismo, pero la muerte de mi suegro lo va a dejar para la próxima semana; ya sabe, un despacho, jugar al futbito con los amigos, ir a la grada del Betis como uno más. Me quedo en Sevilla, con los míos. La oferta es golosa. A lo mejor me da por jugar, pero es difícil, ya es difícil…
– Lo mejor y lo peor de estos últimos ocho años…
– Lo mejor, el mero hecho de venir aquí. Aquí, en el Betis, me he hecho hombre y futbolista. Lo peor, sin duda, esta salida. No dejarme despedirme en el campo…Ni yo, ni algunos otros nos merecimos irnos así, sino delante de una afición a la que tantas tardes gloriosas hemos dado, y a la que desde aquí dedico todo mi cariño, dándole gracias una y mil veces, porque me hice hombre con ella…
– ¿Quién es el Rincón verdadero, el listillo o el sentimental?
– Desde luego que el sentimental. Soy así porque me duelen mucho las cosas. Soy orgulloso, me puedo ir con la cabeza alta, pero le digo que en eros he perdido yo, y he perdido porque no me lo merecía. Ganar, no he ganado nada, eso sin dudarlo.
– Sin embargo, se creó muchos enemigos…
– No creo tener enemigos. No soy rencoroso. Tengo un pronto, como cualquiera… Podía contar muchas cosas de muchos…
– De Calderón, por ejemplo…
– De ése ni fu, ni fa. Para mí significó muy poco. Para mí cuentan lo que son personas, buenas personas. La persona está primero que nada, y ése no era buena persona. Pasó sin pena ni gloria. Creo que le hizo mucho daño al Betis
– ¿Qué tal está con Gordillo?
– Ese es punto y aparte. Es como el cometa Halley, un tío de los que sale uno cada mil años. Puede decirse que tanto el Betis como el Madrid han tenido la suerte, con él, de disfrutar de alguien que se superaba a sí mismo como futbolista y como persona. Gordillo es especial. Ahora le recuerdo cuando le pusimos “Farrugia”, después de lo de Malta, porque se parecía mucho a esos dos malteses
– Cite algunos otros amigos suyos…
– En su día, recibí una ayuda formidable de Cardeñosa y de Ortega. Siguen siendo mis amigos, entre muchos. Mi único problema es que me duelen mucho las cosas. Tengo mucho sentimiento y se me traslucía en el campo. Yo no soy como otros, que venían a llevarse la pasta y a quienes lo único que importaba era ganar más dinero, fuese aquí o en otros equipos. Vine aquí hace nueve años. Incluso mis hijos son de Triana…
– Llegamos a un hombre que le ha marcado, en el bien y en el mal: Retamero
– Muy bien, ahora yo quiero decir una cosa antes que nada. Si cuando yo firmé el último contrato, el que ahora se ha rescindido, Retamero me deja marchar, los mismos que ahora nos ponen como los trapos le hubiesen colgado antes. Si hasta la afición hizo comunicados y manifestaciones contra Miguel Muñoz, hombre…
– Firmó con él el contrato de su vida…
– Eso quiero aclararlo de una vez por todas. Retamero me renueva la primera vez en el 83, por tres años. Llega el Mundial, en el 86, y tengo equipos tras mis pasos de todos los puntos cardinales; en Italia me daban un millón de dólares por tres años y estábamos ya de acuerdo. Yo planteo que me voy, lógicamente, y pido, para quedarme, una compensación. Gerardo me explica que no me puede pagar semejante ficha por tres años. Como yo no puedo perder tanto, me hace un contrato por cinco, bajando la media de las anualidades. Nunca he tenido en el Betis una ficha superior a los catorce millones de pesetas. Fue un acierto y un error…
– Explíquese…
– Un acierto por su parte y un error por la mía. Yo no debí transigir en lo del tiempo: de haber sido por tres años, ahora no estaríamos haciendo esta entrevista. Él acertó: si yo me hubiese ido, no habría ganado nada y hubiese tenido que gastarse 100 millones en un jugador nuevo cuya contratación hubiera sido una incógnita
– Y dice aún la gente que usted se va a colocar en una empresa de Retamero…
– Ja, ja, ja. Que seamos amigos es otra historia. Ni muchísimo menos. Esa empresa no tiene nada que ver con el fútbol, es todo lo contrario
A este testamento sólo le falta la firma. Se firmará en el Villamarín con una insignia, el día que vuelva Rincón…