Entrevista Rafael Iriondo 1977
Esta es una entrevista que aparece en As Color en Diciembre de 1977 y en la que el entrenador bético Rafael Iriondo repasa su trayectoria como fufbolista del Athletic, primero, y como entrenador en largo periplo por la geografía española ( Indauchu, Baracaldo, Alavés, Bilbao Athletic, Español, Zaragoza, Real Sociedad, Athletic de Bilbao) hasta desembocar en el Betis en Noviembre de 1976 sustituyendo a Feren Szusza. Por cierto, 93 años contemplan ya Rafael Iriondo Aurtenetxea, uno de los grandes en la historia del banquillo verdiblanco
A Rafa Iriondo le ha hecho peinar canas el fútbol, los veintidós años que lleva metido entre lo que puede ser, lo que es.. y lo que se queda en nada. Internacional indiscutible en sus días mozos con el Athletic y la selección, siguió, como tantos y tantos otros, los derroteros de entrenador cuando se decidió a colgar las botas. Las había desempolvado allá por 1955, dirigiendo al primero de sus equipos, el vasco Indauchu, en el que estuvo siete años, aunque no de forma consecutiva. Luego el Baracaldo, el Alavés, el Bilbao Athletic, el Athletic, el Español, el Zaragoza, la Real y, otra vez, el Athletic le han conducido al Betis actual, al que dirige y al hizo campeón de Copa como si el hombre siguiera siendo un maestro en la personalidad que impone el torneo del K.O:, y que tan bien se les dio siempre a los bilbaínos.
La historia de Iriondo podría ser la de la prudencia. Nadie le ha escuchado un comentario malsonante o una frase escandalosa. Si alguna vez se desliza, el retroceso es inmediato . “No lo diga… No es cosa de molestar a nadie”. Y no molesta, no, calla; como buen vasco, se encierra en su concha y raras veces muestra su lado agrio, quizá porque, lo diga o no, lleva mucho tiempo montado en el carro de los vencedores, desde aquellos tiempos de nuestra guerra civil.
- Prácticamente, el único equipo de mi vida ha sido el Athletic. Hasta fichar por él, actué una vez con el Guernica Club, cinco con el Bilbao Athleti y seis con el del Regimiento. No creo que llegaran a la docena mis encuentros fuera del Athletic. Me tiré sin jugar desde los catorce a los veintiuno. Un día decidí que era tiempo de volver a hacerlo, acabadas las hostilidades, y me presenté a un directivo del Athletic, don José María Olavarría. Me preguntó lo que había hecho, me probaron y debuté con el Bilbao Athletic. Inmediatamente pasé al primer equipo. Y ahí estuve hasta el fin.
Ese telón a la actividad real de un profesional del fútbol no es más que un paréntesis que vuelve a abrirse de inmediato. Rafa se hace cargo del Indauchu, en el que, curiosamente, dispone ahora de Panizo y Zarra como discípulos, y al que incorpora desde la Real a otro de sus viejos compañeros, Ontoria. Iriondo tenía entonces poco más de treinta y cinco años.
- Era el comienzo de una nueva vida
- ¿No está cansado de ella?
- Me mantienen las ganas. Tengo una afición tremenda
- Pero esto es más difícil…
- Es más difícil ser entrenador que jugador, sí. La responsabilidad del futbolista siempre ha sido menor. Sólo responde de su actuación; el míster ha de hacerlo de la suya… y de la de once hombres. Así te conviertes en culpable de los buenos, regulares o malos resultados de tu equipo.
Para su suerte, Iriondo apenas ha conocido los malos. Cogió en Regional al Bilbao Athletic, lo subió a Tercera y lo dejó prácticamente en Segunda. Con el Athletic consiguió el título de Copa y con el Español el ascenso a Primera. La misma miel logró con el Zaragoza, tras sustituir a Rosendo Hernández. Y a la Real la metió en la Copa de la UEFA, como al Athletic. Hizo, antes, campeón de aficionados al Bilbao Athletic, y lo ha culminado todo con el título copero del Real Betis, el más grande de sus éxitos.
- Y, sin embargo, no le llega un “grande”…
- No
- ¿Por qué?
- Pregúntele a ellos. Los “grandes” son para los extranjeros
- ¿Y no le disminuye eso?
- ¡Qué va¡ Yo me conformo con tener un equipo en el que pueda hacer algo
- ¿Sin exigir?
- Sin exigir demasiado, la verdad. Siempre me conformé con lo que me dieron. Ya sabe… Hay entrenadores que para hacerse cargo de un equipo piden el oro y el moro. Jugadores, dinero y yo qué sé. Nunca fui así. Bueno… Fichar sí hay que hacerlo, pero sin más, sin escaparse por los cerros de Úbeda.
- Quizá por eso no ha vuelto al Athletic…
Rafa se entristece. No es ése su tema.
- No quiero tocar lo del Athletic. Ya está más que dicho: nadie es profeta en su tierra. Y eso que le hice campeón de Copa y le coloqué en la Copa de la UEFA. Esos últimos años el equipo no tenía grandes aspiraciones; ahora es otra cosa.
- Tanto tiempo en el fútbol debe haberle servido de algo, ¿no?
- Sí, claro. Pero también me ha supuesto grandes problemas. Llevo veintidós años con la maleta a cuestas, haciéndola y deshaciéndola. Nunca pude enraizarme en la vida de familia. Y creo que mis ocho hijos lo están notando. Pero era un sacrificio inevitable.
- Compensando…
- Las alegrías, los buenos momentos son pocos. Creo que lo normal es que se produzca más lo contrario.
- ¿Y sufre?
- Yo soy un hombre responsable y trato de serlo. Después de cada partido vuelvo a darle la vuelta a las situaciones que se han producido. Y eso me lleva al convencimiento general de la injusticia que emana de este oficio. Porque, amigo, el que falla habitualmente es el jugador, no el entrenador. Si lo prefiere, nosotros menos que ellos…, aunque puede haber alguna excepción
- ¿Es excepción, también, su trato?
- No
- ¿Cómo hay que dirigir a los futbolistas, que en eso parece haber un desacuerdo eterno?
- Yo los trato normalmente. Creo que hay que mantener una relación con ellos aportándoles la confianza necesaria. Ahora bien, sin exceso ni defecto, manteniendo las comprensibles distancias.
- ¿Eso significa dureza?
- No, no…
- ¿Es blando entonces?
- Que no sea de una forma no quiere decir que sea de la otra. Todo depende de las circunstancias, aunque yo me considero un tipo humano.
Hay una especie de bulo que pretende restarle méritos al Betis de Rafa Iriondo. Él sabe que se dice que el que tomó bajo su batuta había sido obra de Ferenc Szusza. Cuando insistí sobre el tema, el vasco se mostró desabrido por primera vez.
- Son opiniones… Siempre hay gente dispuesta a hacer daño. Pero le puedo asegurar que cuando llegué al club empecé a configurarlo a mi manera, a mi estilo. Cambiándolo todo totalmente, además. Los jugadores pueden decirlo. Vaya y pregúnteles.
- ¿Qué se entiende por hacer un equipo?
- Claro, ésa es otra cuestión. Yo entiendo darle una forma de juego, unas características personales, un modo de jugar la pelota… El Betis lo tiene ahora porque se lo he metido yo en la cabeza
- ¿Y ese estilo…?
- No sé si es mejor o peor que otros, pero existe
- El equipo empezó bien, ha ido dando tumbos posteriormente y su tono no es, precisamente, el de finales de la temporada pasada. ¿Les cuesta alcanzar la forma o es que han quedado convertidos en una nube más de verano?
- Es cierto que no andamos bien. Lo bien que todos desearíamos, pero… Hay capítulos en el fútbol que son imprevisibles, y puede que éste sea uno de ellos. En Gijón perdimos un partido que teníamos ganado, y cito este ejemplo por darle sólo uno, el más reciente de todos. Normalmente, deberíamos andar en la tabla bastante más arriba, pero… Yo soy amigo del trabajo y enemigo de los imponderables. Lo que sucede es que éstos se imponen a veces
- En la Liga…
- Y en los torneos del K.O todavía más
- El Betis anda aún en uno de ellos…
- En efecto
- ¿Con aspiraciones?
- Desde luego que sí. Hemos eliminado a dos poderosos rivales, el A.C. Milan y el Lokomotive Leipzig, y eso fundamenta determinado tipo de ambiciones. Ahora bien, entonces nosotros andábamos mejor de forma. Lo que no quiere decir que no vayamos a recuperarla o que hayamos perdido la fe. Hay equipos de mucha talla en danza. Pero el Betis es uno de los que aspiran a un puesto brillante.
A ese equipo verdiblanco le ha metido un vasco, Rafa Iriondo, la seriedad de su tierra, que nada tiene que ver con la andaluza, pero que a la vera del Guadalquivir, en la Bética, da los mismos resultados que a orillas del Nervión. Su tino tiene la culpa