Este es mi Betis bueno, de Antonio Burgos

En mayo de 1988 el Betis se jugaba el descenso en un dramático partido en la última jornada en el Insular canario frente a la UD Las Palmas. Uno de los dos tenía que caer a la Segunda División. El Betis se impuso 1-2 con goles de Gail y Calleja, éste a falta de solo dos minutos.
Casualmente ese domingo se celebraba la romería del Rocío, y unas sevillanas del entrenador bético Pedro Buenaventura, cantadas tras el final del partido en el vestuario del estadio canario, servían para responder con todo el arte del mundo a la pitonisa que desde las páginas del ABC venía pronosticando el descenso del equipo verdiblanco.
Se proponía, se proponía,
una bruja embustera,
acabar con el Betis
y su alegría
No lo ha querío,
la Virgen más bonita,
no lo ha querío,
la Virgen más bonita,
la del Rocío
Dos días después del partido este artículo del periodista sevillano Antonio Burgos en el ABC sevillano se sumaba a los festejos por la permanencia bética.
Se fueron como quien se va a la guerra. No creo que los enviados especiales del New York Times a la Guerra del Golfo marcharan con los ánimos más tensos que los enviados especiales de ABC a la guerra de las islas, en las que se jugaba shakesperianamente el ser o no ser bético. El uno iba con la maleta de la telefoto como quien lleva una caja de municiones. El otro llevaba la máquina en bandolera como quien porta el Cetme. Iban, en verdad, a la guerra, y su literatura hay que inscribirla en el género de las crónicas bélicas, en la escritura de Manuel Sánchez del Arco en su precioso libro “El Sur de España en la reconquista de Madrid”.
Ellos escribieron en el ABC de ayer unas crónicas de guerra que titularía “El alma del Betis en la reconquista de Primera”. Para no quedar por embustero, vean, vean, el comienzo de la crónica de José Antonio Sánchez Araujo, que lo pones en latín y lo tienen que traducir los escolares, diccionario Spes en mano porque es como el César de la guerra de las Galias:
“ Cálmense los corazones; serénense los pulsos, y vuelva la respiración, entrecortada jornada tras jornada, a recuperar su ritmo normal…”
Olé, Araújo. Eso es arte, arte bético. ¿Qué le pasará al Betis, que es tan fácil hacer literatura con su vida?. Lo de Las Palmas es realmente de antología; habrá que mandar todos los recortes a ese historiador de la literatura bética que es Antonio Hernández, el poeta de Arcos, el que se pone la camiseta verdiblanca cuando el Betis juega en Madrid.
Lo del domingo, todo, es de arte bético. Pasará a la historia el domingo en que la Virgen del Rocío salvó al Betis de bajar a Segunda. Es precioso. Todos dándole vueltas toda la temporada al equipo, sin dar en el trigémino facilísimo de la cuestión. No había que fichar a nadie. No había que echar a Retamero. Simplemente era cuestión de la Virgen del Rocío. No ha sido un gol de Calleja a los dos minutos del final. Ha sido un exvoto. Plateros de la plaza del Pan, orfebres de las tiendecitas cernudianas: labrad un balón de plata, el balón del gol de Calleja, y que Pedro Buenaventura lo lleve a la ermita de las Rocinas cantando sevillanas, mientras Gregorio Conejo le va haciendo compás con una caña de escobón. Ni a inventar que nos pusiéramos historias los mitólogos del Betis nos saldrían ficciones como las que escribe la realidad verdiblanca.
Porque todo fue de arte. La medalla del Rocío, el persistente empate, las lágrimas de Retamero en el vestuario, el viaje de ese Mercurio de pies alados de la victoria, de Las Rocinas a Las Palmas, que fue Gregorio Conejo.
“Cálmense los corazones, serénense los pulsos…”
¿A que parecía que Sánchez Araujo, más que dictando el comienzo de su crónica, estaba leyendo en la misa pontifical del Real del Rocío la “Epístola de San Pablo a los béticos”? Porque, si la Virgen del Rocío, como se ha demostrado, es bética, ¿por qué no ha de serlo el apóstol de los gentiles, que creo yo que fue el fundador de la peña Bética de Tarso, famosa por sus campeonatos de domino?
Este es mi Betis bueno, el que no nos lo merecemos. La pitonisa metió el pinrel, porque no era cuestión de pitonisa, sino de arte. Acertó plenamente un bético ilustre, Paco Casero, el del Sindicato de Obreros del Campo. A Casero le preguntaron y lo dijo: “El Betis ganará como siempre, en el último minuto”. Casero tenía la certeza de la historia, porque no hay mejor dirigente para el Betis que el que levanta a los desheredados con una bandera verde y blanca, eso es el Betis, los desheredados con una bandera.
Este es mi Betis bueno. Azcargorta, hijo…Tú mucha teoría de la poesía y la prosa de Sevilla, pero, mira: para entender Sevilla hay que escribir sevillanas como las de Pedro Buenaventura. Tú no me llores; mañana los del Betis te llevaremos estas flores del eterno mito de nuestra agonía…
Fuente: ABC 24 de mayo de 1988