Un premio para los campeones
Cuando el Betis ganó la Liga en abril de 1935 la alegría y el júbilo estallaron en Sevilla ante la hazaña conseguida. Los homenajes y actos en favor del cuadro bético se sucedieron a lo largo de la semanas posteriores a la victoria obtenida en El Sardinero, desde el recibimiento popular que tuvieron los jugadores cuando llegaron a Sevilla procedentes de Bilbao, hasta la recepción en el Ayuntamiento, además de recepciones en las peñas béticas y banquetes organizados por la directiva bética o los socios del club.
De todo ello se hace eco esta composición poética aparecida en el diario sevillano La Unión el 5 de mayo de 1935, y que, tras describir los fastos organizados en pos del equipo bético, aboga por derivarlos hacia un regalo de recuerdo para los jugadores, como podría ser una pequeña copa que reprodujera el título liguero, dado que la competición no había terminado, pues aún faltaba por disputarse el torneo de Copa, y sería recomendable dedicarse a ello.
Un premio para los campeones
Desde que ha sido el Betis el campeón de Liga,
al once blanquiverde colman de honores,
y son por todas partes agasajados
entre los sevillanos sus jugadores.
Un lunch les dio el alcalde, muy bien servido;
la directiva en pleno les dio un banquete,
y ahora quieren los socios organizarle
un popular almuerzo. No es que me inquiete
que tal honor les hagan, pues bien ganados
con sus hazañas tienen tales honores,
pero hay que preocuparse de que muy pronto
han de volver al campo los jugadores.
Ya está la cosa buena de invitaciones,
y no creo que deban exagerarse;
pues si siguen las cenas y los almuerzos,
hasta el inglés, de fijo que va a empacharse.
Pues con tantos banquetes y comilonas.
que a los “verdes” ofrecen por sus hazañas,
va a resultar que ahora se están jugando
otra copa… la Copa de Carabaña.
En vez de las comidas, más bueno fuera
que un premio recibieran de la afición,
y pudiera comprarse si para ello
se iniciara por alguno la suscripción.
Por ejemplo, que todos los que convidan
juntaran un dinero; que lo entregaran
y cuando hubiera mucho, que de la Copa,
once copas chiquitas les regalaran,
para que cada uno tenga un recuerdo
de estas horas alegres de la afición,
llevando en la solapa, como una insignia,
la pequeña copita de campeón.