1908.-«El Balompié» por Mariano de Cavia
«Varios jóvenes amables se proponen organizar una nueva sociedad de «football»; desean darle un nombre español, y no acertando con él, me hacen la merced de apelar á mis cortas luces, porque ellos tienen por intraducible el vocablo inglés con que se denomina ese deporte.
¡ Intraducible ¡ Así como Napoleón, ó quien fuese, dijo que la palabra «imposible» no era francesa, yo me permito creer que la palabra «intraducible» es una de las más inútiles de nuestro vocabulario. Para un idioma tan copioso, variado, expresivo y flexible como el español, muy a duras penas se halla una voz ó término extranjero, que no tenga equivalencia exacta, ó que en último caso, y sin caer en el vicio en el vicio del barbarismo, no sea asimilable ó adaptable con la debida holgura.
El término «football» no solamente es intraducible, si no que al traducirlo al pie de la letra–ya que el pie toma tanta parte en ese juego–nos encpntramos con un vocablo español de la más clara significación y de la más castiza estructura.
El vocablo inglés es doble: está compuesto de «foot» (pie) y «ball» (balón). Pelota muy grande de viento, llama al balón, el Diccionario de la Academia en la segunda acepción de la palabra.
Disponiendo, pues, en nuestro idioma de las mismas dos voces que en inglés, e igualmente precisas y breves, nada más lógico y hacedero que componer la palabra «balompié», cambiando en «m» la «n» de balón por la misma regla ortográfica que se sigue en ciempiés, sambenito, al apellido Sampedro, etc. etc.
El «piebalón» sería una traducción harto servil de la traducción inglesa, bastante fea además, y por añadidura, opuesta a la índole de nuestro idioma, que con toda gentileza se nos manifiesta en otras palabras casticísimas, hermanas mayores del neologismo que me atrevo á proponer, en la esperanza de que deje de serlo muy pronto, para convertirse en una voz tan corriente como estas de rancio y puro linaje:
«Buscapié»; «Hincapié»; «Rodapié»; «Tirapié»; «Traspié»; «Volapié».
No sé si me dejo en el tintero algunas otras por el estilo. Con las precitadas podría hombrearse muy dignamente «balompié», gracias á la aceptación y extensión que en España ha logrado este deporte británico, si mi proposición mereciese igual favor por parte de los jóvenes deportistas y de los cronistas deportivos.
A los primeros en general, y más especialmente á los segundos, brindo esta modesta «ideica» en bien de la pureza, y riqueza de esta habla española, por cuya conservación y acrecimiento todos debemos interesarnos de continuo, sin dejarnos vencer por la rutina y el culto inconsciente que se rinde al exotismo: culto asaz, bajuno y excesivamente cursi en muchas ocasiones.
Cierto que al principio parecerá raro y chocante la palabra balompié, como acontece con toda novedad léxica; pero repítase varias veces el vocablo–balompié, balompié, balompié, balompié–y presto se acostumbrará el oído, merced a la significativa y castiza estructura de esas tres sílabas. ¿No es eso mejor que decir fútbol, como dicen los más, diciéndolo torpemente y sin saber lo que se dice?
Y para no cansar más aquí pongo término a esta vaga y quizás vana leccioncilla de castellano visto ordeñar, saludando afectuosamente a los briosos jugadores del Balompié, y despidiéndome del vocablo nuevo con las palabras de un padre que no se fía mucho de la fuerza de la razón:
¡¡ Fortuna te dé Dios, hijo ¡¡
Mariano Francisco de Cavia y Lac (Zaragoza, martes 25-Septiembre-1855; Madrid, miércoles 14-Julio-1920) periodista español.
Fuente: «El Imparcial», Madrid, sábado 01-Agosto-1908.