Entrevista Sebastián Alabanda 2001
El próximo miércoles se cumplirá un año del fallecimiento de Sebastián Alabanda, cuando estaba sirviendo a su club de toda la vida ahora desde el interior del consejo directivo.
Por este motivo rescatamos una entrevista publicada en ABC el 24 de junio de 2001 del periodista Manuel Fernández de Córdoba. En ella se repasa toda la trayectoria en verdiblanco de Sebastián Alabanda, desde que llegó al club en 1965, con 15 años, hasta que lo dejó en 1980, tras 7 años de estancia en la primera plantilla verdiblanca.
La entrevista está realizada pocos días después del ascenso en Jaén, y en ella se pone de manifiesto la calidad humana de Sebastián Alabanda, una persona sencilla y alejada del tópico del futbolista endiosado.
Como persona es de las que hay que echarles de comer aparte. Sebastián Alabanda Fernández, uno de los tres mosqueteros, con López y Cardeñosa, que son historia en un Betis que llegó a ser campeón de Copa convirtiéndose en Eurobetis.
Viejo amigo, que no amigo viejo, con el que charlé el otro día a botepronto para que me contara cosas y me acordé de un gol que le hizo al Madrid por la escuadra y de otro que le hizo al Burgos de tacón. Así empezamos.
- Todavía rengo guardada en mi casa la portada de “Campeón” de ABC con la foto. Fue al portero Miguel Angel. Balón de Bizcocho a la altura del banquillo y desde allí hasta el área, venían Benito y Sol, amagué con la derecha, recorté y salió por la escuadra. En el otro, el de tacón, Benítez me pasó desde la derecha, dejé llegar el balón, lo pasé por las piernas y le di con la derecha. Desde entonces tengo el tobillo dislocado.
- ¿Y aquella tarde del descenso después de la Copa del Rey?
- El peor momento que viví en el Betis. No se me olvidará, pero tampoco otro que viví; cuando, ya retirado, perdimos la promoción con el Tenerife, y la gente se quedó en las gradas, gritando Betis-Betis-Betis.
- ¿Viste el Jaén-Betis?
- Sí. Si el Betis hubiese tenido antes la actitud con que jugó en Jaén, no hubiésemos sufrido tanto. La afición no se merece pasar estas fatiguitas.
- Llegas al Betis…
- Con quince años. Después, juveniles, amateur, Triana y el Betis. Estuve en el Valdepeñas y en el Rayo, que coincidió con el descenso y mi servicio militar. Ya estaba Szusza. Fue el año en que se retiró Luis Del Sol.
- Un día me comentaste un partido de Del Sol…
- Eso no hay futbolista que lo haga con esa edad y con esa garra. A mí fue de las cosas que me marcó. Fue en Burgos, se metía la gente con él, estaba el campo embarrado. Sacó el portero con la mano a nuestro córner y Luis, con fango hasta los tobillos, con cuatro soplándole en la oreja, llegó a la otra portería. La gente se le entregó. No me sorprende lo que ha hecho ahora en el equipo, porque sé cómo es
- ¿Cómo era Szusza?
- Mi segundo padre. Para mí, un hombre decisivo. Y Antonio Arriba, entrenador del Valdepeñas, y Esteban Areta, que me enseñó mucho
- Szusza apostó fuerte por ti y por allí empezó lo de López, Alabanda y Cardeñosa
- Los tres fuimos a la selección. Con Benítez, Biosca y Gordillo en la sub 23. Nos decían que éramos el equipo que mejor fútbol hacía.
- Se va y llega Iriondo.
- ¿Sabes qué te digo? Que era mayor en edad, pero iba en el fútbol por delante, en estrategia, en pizarra y en cómo conocía a los contrarios
- En aquel Betis sabía cada uno lo que tenía que hacer
- Y lo hacíamos. No había envidia ni dentro ni fuera de la caseta
- Así llegó la Copa del Rey
- También influyó que la responsabilidad no la teníamos nosotros. El considerarse de entrada que el Athletic de Bilbao era el campeón, nos motivó. Fue un buen partido, con jugadas preciosas; Cardeñosa y Benítez hicieron cosas para grabarlas en video y enseñárselas a los niños
- Y después la Recopa
- Salvo lo del Dínamo, que tuvo connotaciones fuera del ámbito futbolístico, lo demás fue extraordinario. Jugar contra el Milán, en Sevilla y en San Siro, fue algo inenarrable
- Después, el descenso
- Parecido al del año pasado del Betis. La plantilla, corta, estaba mal. Yo, por ejemplo, jugué toda la temporada infiltrándome novocaína y cortisona en la rodilla. En la final de la Copa me anestesié la rodilla dos veces. Después lo pagué, porque me rompí. Pero era lo que había que hacer. La concepción del club que teníamos los futbolistas no se parece en nada a la de ahora. Entonces se hacía lo que se tenía que hacer. ¿Por qué? Porque era el Betis. Esa mentalidad la tienes que aprender o que te la inculquen, y la vives, la sientes, la sufres y la disfrutas. Veo ahora a muchos jugadores, en cualquier equipo, que cuando meten un gol, besan el escudo. Y yo pienso que al escudo hay que tenerle más respeto. Oiga usted, tírese aquí seis o siete años, conozca la filosofía del club y, después, ya veremos. No conocí a nadie de mi época que besara la camiseta ni nada de eso. Ahora hay más marketing. O que los tiempos cambian. No digo que ahora no haya sentimientos, pero son distintos. Muchos llevan el “yo” por delante cuando es mejor que los demás lleven el “tú”
- Llega el adiós
- Tenía previsto qué hacer. No me causó ningún trauma. Sabía que tendría que llegar el día y lo encajé con absoluta normalidad. Prefiero hacer una cosa bien hecha antes que dos regular. O dejar a la ventura qué pueda pasar. Me preparé para esa hora y, a los pocos días de volver de Murcia ya estaba trabajando; después surgió lo de la entidad donde estoy, La General de Granada. Yo sólo he conocido dos empresas: El Betis y la Caja
- Hay muchos que piensan en seguir agarrados al fútbol…
- Muchas veces, lo que rodea a los jugadores no es todo lo claro que parece. Negocios que, cuando llega la hora, del dicho al hecho va un trecho y, cuando te das cuenta, esa facilidad, entre comillas, de ganar dinero desaparece, aunque yo estaba habituado a llevar una vida igual a la que llevo hoy, quizás por bendita mentalidad de pueblo, por cómo tuve que fraguarme mi vida a base de esfuerzo y sin ser Benítez, ni Cardeñosa ni Gordillo ni Luis Del Sol, porque yo era del montón…
- No estoy de acuerdo en eso…
- …Pero yo sí, porque siempre fui consciente de mis limitaciones. En lugar de echar de menos lo que no tenía, aprovechaba lo que sí tenía. Hoy, que tengo cincuenta y lo digo: jamás pensé que iba a vivir como ahora vivo. Sí, a base esfuerzo, no te lo niego, y de trabajo. Cuando me retiré cogí una escalera y colgué las botas de fútbol lo más alto posible. Y me dije: tú has sido, ya no eres. En ese momento dejé de ser futbolista y busqué nuevos retos. No se puede vivir de los recuerdos. El error está en creer que sigues siéndolo cuando ya no lo eres, cuando los únicos que son, son los que están ahora y mañana serán otros. Yo me fui y se acabó
- ¿Son los futbolistas conscientes de lo que tienen?
- Cuando estamos en activo no sabemos lo que tenemos; lo mismo que los que están estudiando no lo saben tampoco. Cuando dejan de jugar o de estudiar es cuando se acuerdan, o nos acordamos, del tiempo perdido. En el fútbol no te das cuenta de lo que tienes hasta que dejas de jugar y entonces hay muchos que dicen: qué idiota fui. Cuando tienes que trabajar, cuando tienes que vivir de una nómina sin primas, ni fichas ni nada, cuando tienes que madrugar, cuando llegas a tu casa y los niños ya están dormidos y te tienes que ir antes de que despierten… Esas cosas, que son normales en un trabajador, en fútbol no existen. De lo único que te tienes que preocupar es de ponerte unas botas y hacer lo que te gusta. El fútbol está superpagado. Ahora y antes. No hablo de dinero, sino de saber paladear lo que tienes. Y eso hay que transmitírselo a los chavales con veinte años para que no se estrellen después.
Fuente: Manuel Fernández de Córdoba en ABC 24 de junio de 2001