Sabella, estratega, y la consagración de la albiceleste
Llegaba Argentina a los cuartos con una cuenta pendiente, la misma que habían resuelto el resto de cuartofinalistas y que los argentinos debían solventar si querían seguir optando a la gloria, su consagración. Sea la de Brasil ante Camerún o en la primera mitad ante Colombia; la de Alemania ante Portugal o la de Holanda ante España; todas las aspirantes habían dejado seña de su candidatura en un encuentro donde vencieron y convencieron, todas menos Argentina. Y para ello, Sabella trazó una estrategia infalible cual Júlio César; diseñó una perfecta telaraña donde los diablos rojos quedaron atrapados irremediablemente.
Con la resaca de los 118 minutos de sufrimiento ante el cerrojo suizo hilado al más puro estilo de su relojería, se presentaba Argentina en cuartos de final ante un rival con más nombres que cualquiera de los que ya había enfrentado. Delante estaba esa Bélgica que reunía en su once inicial a jugadores titulares en las principales ligas del mundo, pero cuyo juego no había terminado de cuajar en la cita –véase la semejanza con Argentina-. En juego, un puesto en una semifinal de un Mundial -24 años después para Argentina, 28 para Bélgica-. Se preveía una batalla con las espadas ensalzadas, pero el ‘Pachorra’ lo tenía todo en mente, todo excepto que el cuerpo puede aguantar sólo un cierto grado de inclinación hasta desfallecer.
En un combinado donde Sabella lo tenía todo suficientemente controlado como para dejar fuera de su lista a un guardameta como Caballero, un medio como Banega o un delantero como Tévez; el seleccionador se vio obligado a prescindir de algunos de sus hombres de más confianza, como Rojo, por sanción, o Fede y Gago, puesto que no estaban rindiendo como se esperaba. Las novedades fueron la entrada de Demichelis en el centro de la zaga, Basanta en el lateral –debutaba en un Mundial-, Biglia en la media y la continuidad del ‘Pocho’ Lavezzi tras el mal partido ante Suiza. Además, Enzo Pérez dispuso de minutos por la lesión de Di María, debutando así en una Copa del Mundo.
El plan estaba claro: si hace falta, en los penaltis, pero hay que ganar el partido sin pasar de la primera, sin altibajos. Argentina no tenía prisa alguna, quería sufrir menos que ante el combinado suizo, y para ello debía posicionarse correctamente para evitar las contras de un equipo tan veloz como el belga, con Hazard, Mirallas y Origi formando un tridente temeroso. Y en un partido donde Argentina quería defender, se encontró con un gol de Higuaín a los 8 minutos, mejora notable al guión que ni el más optimista podía prever.
Las apuestas del ‘Pachorra’ estuvieron a la altura. El ‘Pepe’ Basanta, el principal agujero que veían algunos en el equipo, cubrió con solvencia las acometidas belgas y las intentonas de Mirallas por su banda, desactivando por completo al extremo del Everton. Biglia trabajó y corrió como el que más, bajó a buscarla siempre y la jugó con calma, ganándose a priori un puesto en el once. Y un Lavezzi que no había convencido en el anterior cruce realizó una labor magnífica, retirándose exhausto tras ser clave en las ayudas a Basanta y una de las piezas ofensivas más buscadas, tirando a menudo de un desborde casi siempre acertado y probando a Courtois como uno de los que más.
Todo funcionó a la perfección, Argentina contuvo a Bélgica, que no tuvo ninguna ocasión clara a excepción de un defectuoso despeje de Garay que atajó el ‘Chiquito’ Romero. Los de Wilmots se marcharon de vuelta a casa desquiciados, sin encontrar su juego en 90 minutos ya que, pese al corto resultado, no dieron sensación de poder conseguir el empate en ningún momento. A la ‘albiceleste’ sólo le faltó sentenciar en una de las muchas que erró, sea el larguero de Higuaín o el uno contra uno que Courtois le saca a Messi, pero lo cierto es que planteó un partido perfecto tácticamente, en el que no se les escapó ningún detalle, y afrontan ahora unas semifinales ante otro genio de la táctica, Louis van Gaal. La batalla está servida, y sólo el mejor estratega tendrá un lugar en la final de un Mundial que no está dejando impasible a nadie.