Ahora es míster, de Manuel Sarmiento
Del año 1985 es este artículo publicado en el diario deportivo AS por el periodista Manuel Sarmiento Birba. En él se nos cuenta el origen del uso de la palabra míster en el mundo del fútbol, utilizada como sinónimo de entrenador de un equipo.
Fue la abundancia de técnicos procedentes del fútbol británico en los años iniciales del profesionalismo en España lo que originó este uso.
Y así Manuel Sarmiento nos pone en contacto con la trayectoria de algunos de estos hombres, especialmente con Frederick Pentland y Patrick O´Connell, los dos más característicos de este grupo de entrenadores llegados de las islas.
El diccionario ideológico de la lengua española, de don Julio Casares, dice referente a la palabra “MISTER” lo siguiente: “Tratamiento inglés, equivalente a señor”.
No cabe duda de que don Julio Casares, con muy buen criterio, incluyó la palabra “míster” en el diccionario ideológico por él realizado por el hecho de que la referencia aludida está totalmente aceptada si nos atenemos al uso continuado de la misma en diarios deportivos o en el vocabulario empleado por los jugadores de fútbol, especialmente, cuando se refieren al que hace las veces de entrenador. Y no aludo a los jugadores de élite o veteranos en particular. El vocablo “míster” lo emplean incluso los más imberbes o juveniles de los futbolistas que por ahí existen.
El motivo de yo hoy escriba esto es que un juvenil del fútbol español, dieciséis años apenas, decía el otro día que estaba disgustado por que el “míster” no contaba con él. No empleó, no, la palabra entrenador. Se fue por rutina a la acepción de “míster” por considerarla tan española como la de entrenador, preparador, etc.
El hecho de que esté aceptada hoy la palabra “míster” dentro de nuestro diccionario se debe única y exclusivamente al deporte en general y al fútbol en particular. En los primeros tiempos del deporte futbolístico en nuestra patria eran muy abundantes los clubs hispanos que contrataban los servicios de entrenadores ingleses o de ascendencia británica, por aquello de que eran los más entendidos en la materia si se tiene en cuenta que eran los inventores del juego en general. Y así, cada ciudadano que venía de las islas británicas para dedicarse a las labores entrenadoras era para todos, directivos, jugadores, afición en general, simplemente el “míster”. Y hoy son “míster” todos los entrenadores españoles sea cual sea la categoría en el que milite el club o entidad futbolística.
Los grandes pioneros británicos en España, referido al fútbol, concretamente, fueron viejos profesores de Oxford, Eton o Harrow a los que se les daba oportunidad en nuestro país por aquello de la recomendación oportuna y a tiempo del alumno que había estado a sus órdenes en el transcurso de sus estudios en Inglaterra. Eran todos del mismo tipo. Hombres interesantes en su atuendo habitual en el vestir, generalmente con sombrero hongo, el familiarmente llamado bombín, buenos bebedores de jerez o vinos andaluces en general y simpáticos en el trato y cumplidores exactos de su misión.
Grandes entrenadores ingleses llegaron a España, en algunos casos en auténticas oleadas, pero aparte Galloway, que dirigió al Barcelona y al Valencia, y por supuesto Anton Fivber, que era checoslovaco, nadie alcanzó las resonancias de Pentland o Patricio O´Connell, que era irlandés como su ilustre apellido indica. Todos ellos de una categoría excelente como preparadores, aunque Pentland y O´Connell fueron popularísimos.
Quizás Pentland el que más si consideramos que fue el gran entrenador del Athletic de Bilbao de los años 30, que alcanzó no solo los campeonatos ligueros, sino la hermosa tarea de vencer en cuatro torneos de Copa de forma consecutiva. La identificación de “míster” Pentland con el Athletic y sus jugadores fue mágica. Nunca los cachorros bilbaínos llegaron a querer a un entrenador con la intensidad con la intensidad de que hicieron gala hacia Pentland, un hombre de carácter bonachón, del que escribiremos en su día cuando demos a conocer quién era y cómo era. Futbolistas de carácter seco, serios siempre, como fueron mi admirado Josechu Iraragorri, que reposa eternamente en Galdácano y con el que tuve amistad y afectos cuando ya retirado ejercía de entrenador y que tiene un hija simpatiquísima que me ha escrito alguna vez en demanda de recuerdos gráficos de su padre, o como Leonardo Cilaurren o Roberto Echevarría, no tenían más remedio que dar rienda suelta a un carácter afectivo cuando Pentland se dirigía a ellos. Distinto era Ramón Lafuente, cuya risa aguda contagiaba al afable Pentland hasta el punto de que en momentos difíciles era el propio entrenador inglés el que solicitaba de Lafuente el chillido para levantar ánimos.
Y lo que decimos de Pentland, el antiguo jugador del Middlesbrough, se puede decir de Patricio O´Connell que aun habiendo entrenado en diversas ciudades españolas, Santander, Oviedo, Barcelona, su vida transcurrió en Sevilla, donde fue preparador de los dos equipos de la capital hispalense. Con el Betis alcanzaron nada menos que el Campeonato nacional de Liga de Primera División en la temporada 1934-35. De Pentland y de O´Connell, especialmente, escribiremos en su día porque sus trayectorias merecen indudablemente mucho más espacio que el ofrecido hasta ahora.
Pero no queda ahí la relación, como es lógico, porque otros nombres ilustres como Keeping, Buckingham, Allen o el propio Garbutt, fueron eficientes antecesores de los actuales británicos en España Venables y Toshack. La palabra entrenador ha quedado en desuso. Ahora sólo priva la acepción de míster. No cabe duda de la influencia británica. Más claro, agua pura de la sierra.