Nathan, el niño que siempre hacía las cosas bien
Si hay un país del que surgen jóvenes promesas continuamente, ese es sin duda Brasil. Un mercado que no es precisamente barato y en el que los nuevos talentos son tanteados desde muy jóvenes por grandes clubes europeos. No obstante, las posibilidades de encontrar buenos jugadores en un país con tal cultura futbolística son amplias y algunas de estas promesas invitan a pensar que en unos años serán grandes futbolistas y militarán en algún club potente de Europa. Ese es el caso que hoy nos ocupa, ese es el caso de Nathan.
Nathan Allan de Souza, (13 de marzo 1996, Brasil), es uno de esos jugadores a los que ves sobre el césped y no te deja indiferente. Y es que todo lo que hace, lo hace con cabeza, siempre toma una decisión correcta o cuanto menos inteligente y ese es el primer gran paso que debe dar un jugador para ser buen futbolista.
Esta sería una de tantas cualidades si no especificáramos que tan solo tiene 18 años, una edad en la que muchos jóvenes jugadores no consiguen decidir en base al bien del equipo en lugar de por lucimiento personal. Es habitual ver a jóvenes jugadores que poseen una gran habilidad y calidad técnica (bastante común por ejemplo en categorías inferiores de la selección brasileña), perderse en regates imposibles o en acciones que, aunque puedan gustar al espectador, resultan inútiles para el juego colectivo. Un recorte de más, encarar cuando tienes compañeros en mejor posición, nada de esto responde a lo que suele ofrecer Nathan sobre el terreno de juego.
Hay que aclarar que como todo futbolista joven tiene mucho que mejorar, especialmente hacer más intensa su participación en el juego, aunque sus condiciones invitan a ser optimistas. Se trata de un extremo veloz, rápido en sus acciones y en la conducción de balón, que se mueve cómodo también en la mediapunta aunque suele escorarse bastante a las bandas (más habitual verlo en la izquierda aun siendo diestro). Es un jugador rápido, especialmente efectivo jugando con espacios, que domina a la perfección el desmarque.
Es un atacante que busca trazar diagonales buscando la portería contraria, pero que no duda en asistir a sus compañeros en lugar de finalizar, de hecho, las asistencias es una suerte mucho más presente en su fútbol que el gol. Acompaña su juego con gran precisión de disparo cuando tiene la posibilidad de finalizar y una interesante visión de juego. Además técnicamente es una delicia y la imaginación en el campo marcan la diferencia, incluso a balón parado en saques de esquina y libres directos.
Lo cierto es que a su edad aun tiene que madurar, pero sin duda se trata de un jugador especial. En 2013 destacó en el Mundial Sub’17 con una velocidad que destrozó a muchos de sus rivales, con movimientos al espacio y una gran finalización que lo convirtió en el máximo goleador de Brasil durante el campeonato. Tras ese éxito, el Atlético Paranaense, su club, no ha querido tener ninguna prisa con él y aunque pasó buena época en el juvenil, la negativa de los brasileños a dejarlo marchar al Esperanzas de Toulon con la Sub’20 brasileña, hizo que su padre y representante insistiera en que debía tener minutos a mayor nivel para su evolución. Debido a esto su club comenzó a darle minutos en el filial y durante esta última temporada ha podido vestir la camiseta del primer equipo en alguna ocasión, llegando incluso a jugar unos minutos como revulsivo en Copa Libertadores.
Este mes pasado pudimos verlo de nuevo con su selección en el Sudamericano Sub’20, donde ha pesar de tener dos años menos que la mayoría de jóvenes jugadores fue titular durante el campeonato y dejó buena muestra de sus condiciones. Veremos si a pesar de su edad forma parte de la convocatoria final para el Mundial Sub’20. Desde luego, su proyección parece que solo tendrá los límites que el quiera, porque su personalidad y su talento, de momento, no deja lugar a dudas.